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Estrenamos la sección de Historia recorriendo Roma desde sus inicios, y para ello es necesario que nos hagamos una serie de preguntas, ¿dónde se ubicaba la primera Roma? ¿cómo surgió una de las civilizaciones más importantes de la Historia? ¿cuál es la leyenda del nacimiento de la Ciudad Eterna?

A continuación intentaremos responder a todas ellas pero comencemos por situarnos; Roma está ubicada en la región del Lacio, un territorio con gran valor estratégico por su posición en un lugar de paso de antiguas vías de comunicación, como la Via Apia, Via Salaria o la Via Latina, de las cuales existen todavía fracciones en la ciudad actual de Roma, o el propio río Tíber, el cual es navegable. Es en este lugar de tránsito donde surgirá Roma sobre siete colinas separadas por pequeños valles recorridos por cursos fluviales, los cuales, junto a las periódicas inundaciones del Tíber, harán de esta una zona inundable, motivo por el cual la primera ocupación tuvo lugar en los puntos más elevados, como son el Palatino, el Aventino, el Capitolio, el Quirinal, el Esquilino, el Viminal y el Celio.

Pero, ¿cómo se funda la ciudad? ¿cuál es su origen? Realmente no está del todo claro ya que el origen de Roma provine de una leyenda que se crea a partir de dos tradiciones surgidas en ámbitos y en periodos distintos y que intentaron compaginarse para crear una sola ya en época tardía.

La primera de estas tradiciones es de origen griego, pues la primitiva comunidad romana quiso enlazar su origen con el de una de las culturas más prestigiosas. Esta tradición comienza con el héroe troyano Eneas, el cual huyó con su hijo Ascanio de la destrucción de Troya hasta llegar al Lacio, donde se casó con la hija del rey latino que gobernaba la zona y fundó la ciudad de Lavinium. A su muerte, su hijo Ascanio fundó la ciudad de Alba Longa, de donde procederían Rómulo y Remo.

Pero, si Troya cayó en el 1184 a.C. y Roma fue fundada en el 753 a.C. ¿cómo se enlazan ambas culturas? La respuesta es simple: se intercaló una dinastía de reyes de Alba Longa para llegar hasta Numitor, descendiente de Ascanio y destronado del trono de Alba Longa por su hermano, Amulio, quien obligó a la hija de Numitor, Rhea Silvia, a convertirse en vestal para que no tuviera descendencia, ya que las vestales debían mantener la castidad mientras ejercieran como sacerdotisas de la diosa Vesta. Sin embargo, el dios Marte la engendró igualmente y ella trajo al mundo a los dos gemelos: Rómulo y Remo, que fueron arrojados al río Tíber cuando Amulio se enteró de su nacimiento.

Como es bien conocido, la canasta que llevaba a los gemelos quedó varada en la orilla del río, en una zona cercana al monte Palatino, donde la loba los encontró y los amamantó hasta que fueron recogidos por un pastor que los crió. Pero cuando crecieron y conocieron su origen volvieron a Alba Longa para matar a Amulio y reponer en el trono a su abuelo Numitor para, posteriormente, fundar una nueva ciudad donde la loba los había amamantado. Es en este momento cuando tendría lugar la disputa entre los hermanos, que no se pusieron de acuerdo sobre el lugar exacto en el que establecer la ciudad, pues Remo quería fundarla en el monte Aventino porque había visto seis aves sobrevolar la colina y, sin embargo, Remo afirmaba haber visto doce aves sobre el Palatino, lo cual era todavía un mejor augurio. Al no llegar a un acuerdo, Rómulo delimitó el territorio de su ciudad amenazando a aquel que sobrepasara el límite a lo que Remo respondió con burla y lo traspasó, siendo así asesinado por su propio hermano, que fundó la ciudad con el nombre de Roma en su honor. Esto ocurrió el 21 de abril del año 753 a.C.

Hasta aquí la leyenda que ha llegado a nuestros días, pero ¿qué dice la arqueología de todo esto? En las excavaciones arqueológicas realizadas en las últimas décadas se descubrieron las huellas de lo que parece ser el pomerium, es decir, el límite de la ciudad que estableció Rómulo en el siglo VIII a.C. Además, parece ser que en la cima del Palatino se encuentra la que fuera la casa del fundador, que es simplemente una cabaña más grande que las demás y los restos de la cual son apreciables hoy en día.

Al parecer, con estos descubrimientos se ha clarificado un poco más la cuestión sobre la fundación de Roma y la existencia de Rómulo, fundador de la ciudad pero también pionero en establecer las bases de poblamiento en el Palatino que, a partir de este momento, sería habitado hasta convertirse en un “museo” al aire libre de las residencias imperiales, pues la leyenda continuó en época romana al considerarse éste un lugar sagrado en el que los emperadores construían sus domus, idea que continuó en épocas posteriores, en las que las familias más ricas e influyentes de Roma, como los Barberini, los Farnese o los Colonna, querían poseer una parte de este terreno por considerarse descendientes de una larga tradición noble. Incluso el propio Mussolini construyó una residencia en el Palatino, ya que se consideraba a sí mismo el tercer fundador de Roma, después de Rómulo y Augusto.

Sea realidad o sea leyenda, lo que sí es cierto es que en este lugar se encuentran los orígenes de la Ciudad Eterna, un lugar mágico y sagrado que todavía tiene muchos secretos por desvelar… y vosotros ¿lo habéis visitado ya?

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